lunes, 28 de marzo de 2011

El egoísmo positivo

 
 
El egoísta positivo elige sus prioridades, y ante la presión externa, establece límites de afinidad, espacio y tiempo. Esto significa que acepta abrir las puertas de su mundo, a todo lo que pueda alinearse o acoplarse en su camino, en vez de modificar sus planes cada vez que alguien lo promueva o lo solicite.


Señala quien entra, hasta cuándo y hasta dónde. El egoísta positivo no es intransigente, no está cerrado al mundo ni a lo nuevo. Tampoco se niega a revisar sus convicciones, que son, de hecho, perfectibles y modificables. Sólo es una persona de visión clara y conducta firme y expresión asertiva. Sabe que sólo a él, le corresponde elegir cómo quiere o debe vivir.


Y aunque está abierto a escuchar opiniones, no acepta que le sean impuestas.El egoísta positivo valora la generosidad, pero antes de llevar tu carga, te dirá como puedes llevarla tú mismo, pues piensa que cada persona tiene una responsabilidad que afrontar, y que recostarse de otros, únicamente es válido desde la enfermedad incapacitante, la pobreza extrema, o la digna postura de haber intentado antes el uso de los propios recursos.
El egoísmo positivo es el que permite establecer prioridades comprendiendo que la caridad bien entendida comienza por casa; es sociable y disfruta con los otros, pero no invade la intimidad porque sabe respetar y encuentra sus propios límites.
Aprender a decir que “no” es aprender a construir relaciones igualitarias, es aprender a ponerse en primer lugar y es aprender a hacerse responsable de uno mismo; ya que cada vez que renunciamos a ser nosotros mismos por el bien de los demás, tarde o temprano nos sentiremos mal y se lo haremos pagar.
Aunque parezca contradictorio, pensar en el bienestar propio antes que en el de mi prójimo es esencial para saber amar; no te olvides de ti mismo. Tus deseos son importantes, no los pospongas por el bien de otro. Mereces ser feliz y tu felicidad iluminará la vida de los demás.

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